Tenía
tres yemas que me sobraron de los últimos macarons y decidí utilizarlas en
algo rápido de preparar que no fuera una tortilla, como galletas o pastas. Había guardado también la parte de almendra molida que era un poco más gruesa y no pasó por el tamiz.
No tenía tiempo de andar con el rodillo y los cortadores y me acordé de un molde de silicona octogonal, no muy grande, que me regaló mi hermana hace años.
Ingredientes
150 gr. de harina
100 gr. de azúcar
50 gr. de mantequilla blanda
3 yemas
1 cucharadita de levadura
20 g de almendra picada muy pequeña (Utilicé la que no pasó por el tamiz)
Almendra laminada
Tamizar la harina con la levadura, mezclar con la mantequilla y el azúcar hasta que parezca serrín grueso. Añadir la almendra picada y las yemas batidas con una cucharada de agua fría, mezclar hasta que se forme una bola.
Extender en un molde de silicona octogonal alisando bien. Cubrir con láminas de almendra, apretando un poco para que queden pegadas.
Hornear en el horno caliente a 200ºC, hasta que estén bien doradas (15 o 20 minutos).
Antes de desmoldar se deja unos minutos para que no se rompa. Se termina de enfriar en una rejilla y se corta en ocho triángulos.
El resultado es muy bueno, recuerda un sablé breton, aunque menos quebradizo porque lleva mucha menos mantequilla. Estupendo para acompañar un café o te.
Guardados en una lata duran perfectamente tres o cuatro días que es lo que tardamos nosotros en terminarlos, ya que sólo estamos dos en casa.
Etiquetas: almendra, galletas, pastas