La cena típica de Viernes Santo en casa de mis abuelos era un hornazo y cogollos de lechuga con miel de caña. Los hacía mi abuela con masa de pan y aceite de oliva, poniendo un huevo en cada uno. A mis hermanas y a mi nos encantaba quedarnos a pasar la noche allí y nos turnábamos.
Ingredientes
500 g de harina de fuerza
250 ml de agua templada
120 ml de aceite de oliva
1 paquete de levadura de panadería
8 g de sal.
6 huevos bien lavados y secos
Desmenuzar la levadura en un poco de agua templada y esperar hasta que esponje. Mientras poner la harina en un cuenco, echar la mezcla de levadura en el centro, hacer una masa blanda con la harina de los bordes y dejar reposar unos quince minutos, añadir el resto de los ingredientes y amasar.
Dejar en sitio templado hasta que doble el volumen. Amasar ligeramente y dividir la masa en seis partes. Separar un poco de masa de cada uno para hacer la cruz. Hacer bollos alargados, hundir el centro para que quepa el huevo y sujetarlo con dos tiras de masa, humedecer los bordes para que se peguen bien.
Colocar en una bandeja de horno enharinada y cubrir con un paño limpio. Dejar que aumenten el doble.
Cocer en el horno precalentado a 200º unos 25 minutos.
El aceite que lleva la masa permite que el pan se conserve tierno unos días. Es la primera vez que los preparo, aunque miraba a mi padre, que también los hacía.
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